Dirías que eso no es cierto, que me quieres, que te agrado, que lo que digo es pura mentira, frases sin profundidad, sin emoción alguna. Que yo te importo.
Yo te respondería que si tengo razón, que dejes de mentir porque eso me desesperaba y perdía el control, que ya me conocías y sabías qué es lo que iba a pasar, y te volvería a repetir que no te importaba en lo más mínimo.
Te cruzarías de brazos y me mirarías atentamente, mientras que yo intentaría ocultar las lágrimas que ya iban a desbordar mis ojos.
Y por fin dirías “tenés razón, hace lo que quieras”, haciendo que mi autocontrol desaparezca, como si nunca hubiera estado.
Gritaría desesperada estúpidas quejas mías que me habría guardado por largos ratos. Te golpearía verbalmente, diciéndote cosas parecidas a que siempre haces lo mismo, que me conoces demasiado como para no recordar la poca paciencia que suelo tener y que, para colmo, siempre quiero tener la razón.
Y yo te odiaría tanto en ese momento, que sería capaz de golpearte.
Voltearía mi rostro y me iría corriendo, desesperada por encontrar un lugar donde poder llorar en silencio.
Llegaría a mi casa y me ahogaría en mi propio llanto, cubriéndome con mi almohada, hasta quedarme profundamente dormida después de largos lamentos.
Y al día siguiente, como es de esperar, nos volveríamos a ver, pero tendría la palabra, nadie hablaría. Tendríamos el caradurismo de esperar hasta que la otra hable.
Entonces, cuando menos lo espero, abro mi boca, y de esta sale una sola palabra.
“Perdón”. Una simple palabra. Algo sin significado, sin sentimiento, sin valor alguno.
Me mirarías enojada y te aflojarías en el momento, me volverías a mirar y me dirías que lo sientes, al igual que yo lo hice hace un rato.
Aunque nada de lo que digamos vale, yo sabría que lo que decís es cierto. Porque, según lo que pensamos y hablamos, lo que nos comentamos, a simple vista no tiene ningún valor la palabra perdón. Que a ésta le tenés que buscar el significado vos.
Pero la lógica no cabe en esta situación. No tiene comparación con la relación que perdemos, después de tantos momentos, tantas mentiras y verdaderas, anécdotas tristes y felices. Diversiones y dolores.
Y por eso te pido perdón. Interpretalo, dale vueltas, rodeos, analizalo, y después encontrá su significado vos.

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